obsolescencia programada

Tecnología: obsolescencia programada


Ordenadores, móviles y cualquier otro aparato electrónico sufre el mal de la llamada obsolescencia programada. Tecnología que está hecha para no durar más allá de un determinado periodo de tiempo. ¿Ha notado que su móvil deja de funcionar a los pocos meses de comprarlo? ¿Qué su ordenador se vuelve muy lento de repente? Incluso… ¿qué la ropa se desgasta tras unos cuantos lavados?

En la mayoría de las ocasiones, los fallos de estos artículos no son defectos aislados, sino la consecuencia de la voluntad del fabricante, que diseña sus productos con la clara intención de acortar su vida útil. Estamos ante la nueva tendencia llamada: obsolescencia programada, que afecta especialmente a la tecnología. Y con la que se ha acuñado una nueva expresión: ‘Me es más rentable comprar uno nuevo, que arreglar el que ya tengo’.

Obsolescencia programada. Ordenadores con una corta vida útil.

Esta técnica de fijar el tiempo de vida que tendrá un producto se puede conseguir introduciendo en el aparato algún dispositivo para el que se fija un rendimiento de una determinada cantidad de horas o emisiones. El ejemplo más claro de esta obsolescencia programada es el de las impresoras. Pero también, los fallos en las baterías son muy frecuentes.

Un ejemplo muy común: la vida útil de la batería de un portátil, que se usa diariamente, suele ser de unos ocho meses. A partir de ese momento, es probable que el portátil vaya disminuyendo su velocidad y su capacidad de funcionamiento independiente.

Pero un dato también importante, que explicaría esta obsolescencia programada, es el control de la vida útil del artículo con: la utilización de materiales baratos que se desgasten rápido, o subiendo el precio de las reparaciones, de tal forma, que sea más rentable renovar el producto averiado.

Lo cierto, es que sea cual sea el método que se utilice, el objetivo final es que la demanda del producto siempre se mantenga, y por consiguiente que la producción y beneficios de la empresa nunca decaigan.

Y tampoco debemos olvidar otro aspecto importante de esta situación: la publicidad. En la actual sociedad de consumo el hábito de comprar se hace tan necesario que productos que funcionan perfectamente son desechados como anticuados en cuanto cambian las modas; y desde luego, los fabricantes también se afanan en introducir constantes cambios para sacar nuevos modelos.

La obsolescencia programada no sólo afecta al consumidor, también es una amenaza para el medio ambiente. Naciones Unidas estimaba hace unos años que se producen entre 20 y 50 millones de toneladas de residuos electrónicos. Esa cifra quizás haya aumentado en los últimos tiempos.

Así que nos gustaría acabar este post con un consejo: los expertos recomiendan comprar aparatos con periodos más extendidos de garantía. Y desde luego: limpieza y cuidado son dos de las pautas que se deberían mantener, sobre todo para aparatos que siempre asoman a la superficie, como pantallas de ordenadores, tabletas y móviles… para ayudar a mejorar la duración de su vida útil.

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